Lucas 10:25-42

La parábola del buen samaritano (25-37)

Después de que Jesús tuviera un tiempo privado con sus discípulos, compartiendo con ellos cuán bendecidos fueron al entender el Reino de Dios, parecería que un abogado se puso de pie para probar a Jesús. El abogado buscó probar la propia verdad de Jesús con respecto a la vida eterna, o de qué  manera uno podría calificarse para vivir bajo la bendición eterna de Dios (25). Jesús dirigió al abogado a la ley de Moisés, a la que el abogado, conociendo el texto, trajo a colación la ley suprema de "amar a Dios y amar al prójimo" (25-27).

Jesús descartó la irascibilidad del abogado, diciéndole que había obtenido la respuesta correcta (28). El abogado no había terminado; buscaba justificar su estilo de vida de obediencia a los mandamientos y el valor de la vida eterna, mientras que al mismo tiempo rechazaba a Jesús.

Entonces el abogado le preguntó a Jesús: "¿Quién es mi prójimo?" En la mente del abogado, sus vecinos eran los que vivían al lado de los judíos, o tal vez hasta los judíos que vivían al lado. Buscaba calificarse a sí mismo como un amante de Dios, pero también como un rechazador de Jesús, a través de sus actos de amor al prójimo. Si Jesús dijera: "la persona necesitada", como se lo había dicho al joven rico que le hacía una pregunta similar, entonces el abogado podría ofrecer evidencia de que él había hecho precisamente eso. El abogado nunca imaginó que Jesús iba a tumbarlo con la parábola que le iba a contar.

El formato de la historia es sencillo: un hombre que iba de Jerusalén a Jericó (el mismo camino que Jesús iba a tomar para subir a Jerusalén) cayó entre ladrones. Fue despojado, golpeado y dado por muerto (29-30). Un sacerdote y un levita vinieron y no querían volverse ceremonialmente inmundos al tocar un cadáver, así que siguieron adelante (31-32). Eventualmente, llegó un samaritano, como lo haría Jesús, vio al hombre, tuvo compasión y comenzó a tratar las heridas del hombre herido. Luego lo llevó a una posada, lo cuidó por el resto del día y finalmente pagó para que otros lo cuidaran hasta su regreso (33-35). 

Aquí es donde Jesús le dio la vuelta a la pregunta. No preguntó cuál de los tres tipos trató al tipo en la zanja como a su vecino. Ciertamente, el abogado fue creado para responder que era como el samaritano, porque amaba a su prójimo en cierto modo, pero aun así no aceptaba a Jesús.

La pregunta de Jesús fue diferente: "¿Quién era el vecino del que yacía en la zanja?". ¿El vecino era el que usó la ley y algún tipo de laguna legal como excusa para no mostrar compasión? ¿O era el prójimo aquel que estaba lleno de compasión, y no buscaba una razón para estar libre de la obligación de expresar compasión? ¿Era aquel que podía justificar por la ley algún nivel de intolerancia e indiferencia, o era el tipo que nunca miró a la ley para rescatarlo de su obligación de amar? La respuesta de Jesús demuestra que el prójimo es el que hace el amor basado en la compasión y la misericordia (36-37).

 

Las respuestas de Marta y María contrastadas (38-42)

Marta y María vivían en Betania. Esto estaría al final del camino entre Jericó y Jerusalén. En otras palabras, era cuando Jesús estaba terminando su viaje hacia Jerusalén. No significa que esta historia esté en orden cronológico, pero está ligada a la última historia del Samaritano (38). Jesús fue visto entrando en la casa de dos mujeres, Marta y María. Jesús comenzó a enseñar, y Marta fue con las otras mujeres a la cocina para tomar su lugar y preparar la comida para la compañía de Jesús.

Curiosamente, María estaba sentada con los hombres escuchando las enseñanzas de Jesús. Aquí está el verdadero escándalo. María estaba tomando su lugar a los pies de Jesús; estaba actuando como una estudiante, a quien Jesús entrenaría para ir en Su nombre y predicar y sanar (39). 

Lucas señala que Marta estaba tan distraída con la obligación de su rol que ni se le había pasado por la cabeza convertirse en una estudiante con los hombres, como se le había ocurrido a María. La decisión de María fue audaz y preocupante para Marta.

Finalmente, Marta estaba tan preocupada por el atrevido acto de María de sentarse con los hombres que se quejó ante Jesús. Se refirió a su solitaria labor en la cocina, pero detrás de ella había un asunto mucho más profundo. A Marta no le gustaba que María pudiera ser invitada a la sala y a la sesión de entrenamiento con los hombres, siendo mujer (40).

Esta no es una historia sobre una mujer que fue más contemplativa que otra, aunque el principio es bueno. Esta es una historia sobre una mujer que dio un paso audaz de fe para creer que podría ser una de las predicadoras del Señor, a quien Él personalmente entrenaría y comisionaría. 

Jesús le dijo a Marta que ella estaba preocupada por mucho, pero sólo el Reino debería consumir ese tipo de enfoque, y María había cruzado la línea de ese compromiso. Jesús no iba a quitarle el lugar a donde su fe la guiaba. Ella quería ser una discípula de Jesús plenamente investida y comisionada, enviada para dar testimonio, y Jesús estaba con ella en la visión. Ser mujer no iba a detener a María y, increíblemente, tampoco iba a ser rechazada por Jesús (41-42). 


Salmo 52

Yahveh desenmascara al engañador

El Salmo 52 es un "Salmo de Lamento" escrito por David en la ocasión en que Doeg, el jefe de los pastores de David, informó a Saúl de la ayuda de Ahimelec a David cuando éste acudió a él en Nob. El informe de Doeg hizo que el sacerdote y su familia fueran ejecutados por Saúl (1 Samuel 21-22). Este es el primero de los cuatro Salmos instructivos (Salmos Maskil) que enseñan la distinción entre los fieles a Dios y los infieles. En el Salmo 52, David revela al "engañador infiel".

El Salmo se divide en tres partes:

  1. La naturaleza de un engañador infiel (1-3)

  2. La naturaleza del Dios fiel (4-5)

  3. La naturaleza del justo fiel (6-9)

Propósito: Mostrarnos cómo orar por aquellos que con malicia tratan de destruir a otros con su engaño.